Cómo cambiar tu entorno cambiando tú

Otra semana más te quiero agradecer por estar aquí leyendo lo que tengo para compartir. Esta semana me alejo un poco del tema puramente monetario para centrarme en algo más básico y fundamental que afecta directamente a nuestra posibilidad de alcanzar la libertad financiera (y a cualquier otro aspecto de nuestras vidas).

El otro día tuve una conversación con una amiga. Esta amiga se ve en una situación que muchos de nosotros hemos vivido o estamos viviendo: la vida la está zarandeando de un lado a otro con Covid-19 afectando a su trabajo, facturas que pagar, responsabilidades y decisiones que tomar. Como resultado, esta amiga lleva un tiempo siendo bastante negativa, al punto que a todo le busca la pega, el fallo, lo negativo. Esto afecta de manera directa en su capacidad de ver oportunidades para salir de la situación en la que está y mejorar su vida.

Muchos, ante esta afirmación, pensarán que esto será otro de esos posts en los que alguien en una situación cómoda le dice a alguien en una peor situación que está ahí porque no piensa de manera positiva. Nada más lejos de la realidad. No vengo a hacerte engullir párrafos de positividad tóxica, sino a darte mi opinión sobre cómo nuestra situación cambia por completo sin cambiar nada más que nosotros mismos contándote mi situación actual.

A día de hoy vivo en un motel en un pueblo remoto (el pueblo más cercano está a 6h en coche) de 3.000 habitantes, donde no hay instalaciones de ocio más que un campo de fútbol australiano donde a veces se reúnen a jugar fútbol, pero me coincide con días que trabajo. Tenemos un supermercado, unas 5 tiendas de ropa y objetos varios, unas 4 tiendas donde venden alcohol, 2 pubs que sólo tienen movimiento uno o dos días a la semana. Trabajo 6 días a la semana con horario partido de mañana temprano y hasta el cierre, teniendo mi tiempo libre únicamente cuando los demás compañeros están trabajando, así que sólo tengo tiempo libre acompañado por la noche, pero si me quedo hasta tarde, luego no duermo y paso los días cansado; por lo que, como resultado, no tengo mucho tiempo de ocio que no sea yo solo en mi cuarto.

Lees esto de aquí arriba y dices «vaya locura, Edu. ¿Cómo lo haces?» y sí, es difícil emocionalmente y he pensado en irme muchas veces, pero al llegar aquí tenía dos opciones: 1- Me fijo en que no tengo nada que hacer, que estoy solo y que no me gusta mi vida aquí 2- Me fijo en que tengo un trabajo que paga bien, no tengo gastos porque tampoco hay dónde gastar y que tengo mucho tiempo sin distracciones que puedo aprovechar para mejorar mi vida.

La opción 1 fue la opción de un compañero que ya se marchó. Pasaba los días jugando videojuegos, viendo Netflix, gym y trabajando. No hizo nada para mejorar su vida mientras estuvo aquí y la mayor parte del tiempo no hacía nada con nadie y su humor no era el mejor.

La opción 2 fue la que elegí yo. Pasaba mis mañanas cuando limpiaba las habitaciones del motel escuchando podcasts sobre finanzas personales, empecé a leer libros y decidí empezar este blog que lees. A día de hoy he ahorrado dinero para poder vivir medio año sin trabajo y tengo más dinero invertido entre mis fondos indexados y mis criptomonedas, además del conocimiento necesario para que este dinero que he conseguido hasta hoy no desaparezca de repente. He dibujado un plan de negocios para cuando acabe mi etapa aquí y tengo una meta a la que aspiro y trabajo día sí y día también para llegar a ella. Fue gracias a esta meta que pude seguir adelante cuando las cosas se pusieron feas.

Como ves, la situación de ambos era la misma, porque ambos vivíamos en el mismo sitio, con el mismo trabajo y situación externa, pero tomamos decisiones distintas en cuanto a centrarnos en lo negativo o ver las oportunidades, por lo que para él, probablemente, esta etapa haya sido un bache para ahorrar algo de dinero y seguir con sus viajes en Australia y volver a su país a su vida; sin embargo, para mí, esta etapa será el punto de inflexión que me hizo conectar conmigo mismo y sentar las bases, mejorando mi vida a diario, para llegar a mi meta.

Después de esta introducción me gustaría darte unos consejos que, a mi parecer, le puede venir bien a todo el mundo y son fáciles de llevar a cabo.

  • Ten una conversación contigo mismo/a y pregúntate qué es lo que quieres en la vida. Busca en lo más profundo de ti lo que te haría feliz de verdad. Esta respuesta no puede ser «dinero» porque el dinero (aunque suene a cliché) no te da la felicidad. El dinero te da libertad para hacer lo que sea que te haga feliz, pero si no tienes un objetivo o una pasión, el dinero simplemente se acumulará y no encontrarás sentido a tener dinero o posesiones materiales.
  • Cuando tengas claro qué te haría feliz, apúntalo y empieza a trazar un plan para llegar a tu meta. Teniendo un plan puedes fijarte en los pasos necesarios para llegar ahí. No tengas prisa, si tienes intencionalidad, llegarás a donde quieras dando un paso tras otro y sin pararte. Es una maratón y no un sprint.
  • Analiza tu situación sin juzgarla. De manera neutral fíjate en cuál es tu situación laboral -tienes trabajo y te gusta o no, o no tienes trabajo-, fíjate en tu situación económica -muchas deudas, pocas deudas, ninguna deuda-.
  • Una vez tengas una imagen clara de en qué situación estás podrás analizar lo positivo y lo negativo de la situación y podrás buscar y encontrar las oportunidades de cambio y mejoría que te acerquen a tu meta. Por ejemplo: si no tienes trabajo, tienes tiempo de formarte, ya sea leyendo libros o blogs, escuchando podcasts, viendo videos en youtube o, si tu economía lo permite, uniéndote a algún curso online o a una universidad.

Estos 4 puntos son sencillos; sin embargo tienen un pero, y es que no puedes hacerlo todo de golpe, porque perderás la motivación. Empieza poco a poco y ve añadiendo cosas cuando ya tengas asimilado los cambios previos. También tendrás que sacrificar cosas y esta es la parte más difícil. Se tiene que acabar el procrastinar y el perder el tiempo en Instagram, Tiktok y demás redes sociales en las que pasamos horas y horas sin hacer nada con nuestras vidas. Por eso es bueno empezar poco a poco con cambios sutiles, como no poner música en el coche camino al trabajo y poner un podcast que te enseñe algo en su lugar. Cuando te encuentres perdiendo el tiempo en el sofá, levántate y limpia la cocina o el baño mientras escuchas/ves un video o un podcast. Poco a poco se van acabando nuestros hábitos dañinos y los vamos cambiando por hábitos más saludables y constructivos para nuestra vida. No intentes cambiarlos todos de golpe, porque te vas a sentir abrumado/a y vas a abandonar pensando que es imposible cambiar, cuando esto es falso.

Por hoy, creo que es suficiente información y hay contenido para darle vueltas a la mente. Espero que, con esta entrada, aunque sea una persona logre dar pasos hacia su meta y su vida sea, aunque sea, 1% mejor.

Recuerda que nuestro mundo exterior es un reflejo exacto de nuestro mundo interior. Si por dentro estamos negativos, todo lo que ocurra en el exterior será negativo.

Nos vemos en la próxima entrada.

¡A ser libres!

Disciplina, hábitos y distracciones

¡Feliz año nuevo! Quizá te hayas dado cuenta, entre todo el barullo de eventos, noticias y fiestas del pasado mes de diciembre, de que no publiqué nada durante todo el mes. Esto fue porque me fui de vacaciones a Melbourne a pasar la navidad con mi gran amigo Javi y desconecté al 100% de todo lo que venía haciendo durante los 3 meses y medio anteriores.

Ya estoy de vuelta, eso sí, y hoy vengo a hablar de algo sobre lo que he estado reflexionando bastante en las últimas semanas. Esto es, sobre la importancia de la disciplina, la creación de hábitos y el rol que juegan las distracciones en el camino hacia la libertad financiera, siempre desde mi punto de vista.

Esta reflexión viene después del mes que pasé en Melbourne, donde tengo todo lo que deseo al alcance de mi mano, en comparación con los meses que estuve en Tennant Creek, donde no hay prácticamente nada que hacer en términos de ocio. Ambos lugares tienen sus ventajas y desventajas en cuanto a la productividad.

En Tennant Creek no tengo distracciones, ya que mis actividades fuera del horario de trabajo son muy limitadas, lo cual me permite dedicar bastante tiempo a mis proyectos y a aprender conceptos nuevos; por lo cual puedo decir que en Tennant Creek me es muy fácil crear hábitos productivos, ya que no me hace falta ser muy disciplinado: En cambio en Melbourne, donde tengo muchas distracciones, me es más difícil crear esos hábitos ya que nunca fui muy disciplinado en este aspecto. ¡Todo es trabajarlo!

Todo eso está muy bien pero ¿cómo me hago más disciplinado? y ¿cómo puedo crear esos hábitos? Pues es más sencillo de lo que crees. Para crear un hábito tienes que tener un mínimo de disciplina para «obligarte» a hacer la actividad que quieres convertir en un hábito todos los días. Los hábitos tardan 21 días en crearse, por lo que tienes que tener en cuenta que tienes que hacer eso diariamente sin fallo durante 21 días seguidos, por lo cual, tienes que tener en cuenta un par de cosas básicas:

  1. Debes estar motivado/a para realizar la actividad.
  2. La actividad que quieras convertir en un hábito debe ser fácil de llevar a cabo. Debe requerir poco esfuerzo por tu parte para que, incluso cuando no tengas la motivación, puedas realizar esa actividad.
  3. Debes tener algún recordatorio de que debes realizar la actividad. La alarma en el móvil es muy útil para esto: la dejas programada y todos los días a esa hora te recordará que debes empezar con tu actividad. También puedes utilizar un hábito que ya tengas como recordatorio. Por ejemplo: lavarte los dientes, cenar, cuando vuelvas del trabajo, etc.

Te pongo un ejemplo de cómo lo hago yo. Estoy aprendiendo a meditar y quiero crear el hábito de meditar diariamente. Siguiendo las bases que te he contado más arriba, esta es la manera en la que lo estoy haciendo:

  1. Estoy motivado, ya que he aprendido que la meditación ayuda tanto con el estrés como con la concentración y la capacidad de aprender, entre otras cosas.
  2. Meditar puede parecer fácil, pero para alguien como yo, que necesita estímulos externos constantemente, es bastante complicado sentarme a meditar por 20 minutos así de golpe, por lo que descargué una app en el móvil (Atom) que me guía las meditaciones y va elevando el nivel progresivamente. El primer día fueron 2 minutos, al quinto día ya eran 6 minutos, y esos 6 minutos se sintieron más rápidos que los dos minutos del primer día. Esa cantidad de tiempo es ínfima y no cuesta nada de esfuerzo llevar la meditación a cabo.
  3. Tengo las notificaciones de la app para recordarme pero, además, utilizo un hábito que ya tengo: medito justo después de tomarme el café por la mañana (aunque últimamente lo estoy haciendo antes del café y me gusta más).

Como ves, es muy sencillo. Muchas veces queremos hacerlo todo de golpe, queremos resultados inmediatos, resultando en frustración y una falsa sensación de incapacidad de ser disciplinados cuando lo que estamos haciendo es quemarnos a nosotros mismos. ¿Nunca te ha pasado que vas al gimnasio o empiezas a hacer ejercicio después de un largo tiempo sin hacer nada y quieres empezar por donde lo dejaste? ¿Cómo termina saliendo eso? Pues ya te lo digo yo, que lo he hecho más de una y de dos veces: MAL. Al día siguiente te mueres de dolor con las agujetas o pasan dos o tres días y tienes que descansar porque tu cuerpo no da para más y ¡PAM! Rompiste el ciclo y tienes que volver a encontrar esa motivación para empezar de nuevo y no parar hasta haber completado los 21 días.

Pues eso es todo lo que tengo por hoy. Me alegra volver y dedicarle tiempo a este proyecto, aunque no me arrepiento de las vacaciones que me he pegado,¡que me lo pasé muy bien!

Nos vemos en la próxima entrada.

¡A ser libres!

¿Ha sido 2020 un buen año?

¡Hola! Gracias por estar aquí de nuevo. Después de leer ese título estarás pensando: «vaya preguntita, Edu»; sin embargo la respuesta no es blanco o negro, hay un factor muy importante que inclina la balanza hacia un lado u otro y es independiente de lo que pase en el exterior. Dame un poco de margen aquí a que pueda explicarme antes de mandarme a freír espárragos.

Llevo un par de semanas pensando mucho, no sólo en las cosas que has leído en el blog, sino también en mi situación personal a día de hoy. Sí, este es un post de esos en los que te cuento un poco mi vida con la esperanza de transmitir las cosas buenas que estoy aplicando y me están funcionando.

Mi año 2020 empezó bien, mejoró mucho muy pronto y cayó de golpe junto al de todos cuando el Covid-19 nos golpeó. Enero de 2020 empezó con una resaca que para mí se queda, luego fue un mes en el que me concedieron la visa para emigrar a Australia. En un mes vendí mi coche, compré vuelos, preparé todas mis cosas y volé a reencontrarme con mi «brother from another mother», en Melbourne. Si llegué un miércoles, el mismo viernes tuve una entrevista y el lunes estaba ya haciendo algunas horas como monitor de tenis. No se me había quitado el jet lag y ¡ya estaba asentado! Bueno, eso hasta que gracias al Covid-19, me quedé 2 meses sin trabajo -¡Ouch!-.

Esos dos meses fueron duros, si te pasó a ti también, sabes a lo que me refiero. Es aquí donde entra en juego ese factor tan importante que te comenté en el primer párrafo: La mentalidad o mindset, en inglés. Las circunstancias que me tocaron vivir fueron las que fueron y yo tenía dos opciones: Pasar día tras día encerrado en la casa sintiendo pena por mí mismo convirtiéndome a mí mismo en una víctima, o tomar control de lo que me pasaba y sacar algo positivo de esta situación tan indeseable. No, no lo hice todo lo bien que podía haberlo hecho.

Decidí que si no iba a poder trabajar, por lo menos dedicaría el equivalente a una jornada laboral a buscar trabajo. En esos dos meses envié más de 200 currículums a distintos puestos de trabajo; aunque no había mucho movimiento en las contrataciones y, muchos empleadores expresaron abiertamente su posición acerca de priorizar a ciudadanos australianos antes de extranjeros además de que el gobierno invitó a los «backpackers» a volver a sus países si no tenían dinero para mantenerse sin trabajo en el país. El resultado fueron dos entrevistas de trabajo, una en una empresa donde querían explotarme por menos de 7AUD la hora, siendo el salario mínimo 19,84AUD por hora. Se salían con la suya al hacerme lo que en España es, desgraciadamente, muy común: FALSO AUTÓNOMO. Sí, en Australia también pasa. Estuve dos días hasta que me di cuenta de que todo lo que me habían dicho en la entrevista había sido mentira. La siguiente entrevista fue bien y me llevaron a «un día de prueba». Contrataron a otra persona.

Vale con la chapa, Edu. Sí ya voy, ¡ya voy! Todo esto te lo cuento porque durante esos dos meses me fui gastando mis reservas de dinero, por lo que mi estado de ánimo fue una montaña rusa llegando a pensar que mudarme a Australia había sido una mala idea, pero cuando tenía la mente serena pensaba en que en España estaría en una peor situación, porque en Melbourne nunca estuve confinado, por ejemplo.

Ahora aceleremos un poco hasta llegar a donde estoy ahora mismo. Cuando llegué al motel donde trabajo en el Territorio del Norte tenía 40AUD en el banco y bastante estrés. Aquí fue donde mi mentalidad dio un giro de 180º y comencé proactivamente a mejorar mi vida día a día. En Tennant Creek, donde vivo, no hay nada para hacer. Estoy en mitad de la nada y la verdad es que es bastante aburrido; de nuevo tengo dos opciones: ¿Paso mis días viendo series en Netflix y perdiendo el tiempo después de trabajar, o aprovecho este tiempo para cultivar y mejorar el mayor activo que tengo (mi mente)?

Como puedes ver, elegí lo segundo. Empecé a leer libros de finanzas personales, empecé a escuchar podcasts y audiolibros mientras trabajo limpiando las habitaciones en lugar de música, por las tardes seguía leyendo blogs y tomando apuntes de los podcasts y audiolibros que escuchaba. También empecé a levantarme a las 6:40 por las mañanas para ir a correr antes de trabajar (quién me ha visto y quién me ve) y comencé a escribir este blog para obligarme a no parar, ya que me he autoimpuesto un compromiso contigo, que me lees, de publicar una entrada semanal.

En los libros aprendí muchas cosas como has podido ver en las entradas publicadas hasta ahora, pero no es lo que he aprendido ni lo que tengo a día de hoy lo importante. Lo importante aquí es ese giro de 180º en mi mentalidad: ahora vivo mi vida desde la ignorancia y soy consciente de que no sé muchas cosas y estoy abierto a aprender lo que sea de quien sea mientras aporte valor a mi vida y me acerque a mi meta.

A ratos siento que estoy «perdiendo el tiempo» aquí en este pueblucho, pero rápidamente expulso ese sentimiento de mi cabeza y lo reemplazo por este otro: «Estás en Australia, estás aprendiendo mucho día tras día y estás sentando la base de tu libertad financiera». Esto trae inmediatamente una sonrisa a mi cara, porque tengo una meta definida y sé que cada paso que doy me lleva más cerca a conseguirla.

Imagina ahora que no haya tenido ese cambio de mentalidad y hubiera decidido trabajar y pasar el tiempo libre compartiendo memes en Facebook (si me tienes agregado, sabes que esto no lo he dejado, me río mucho con ellos como para parar) y viendo series de Netflix. Pues a día de hoy ni tendría el blog, ni habría definido tan al dedillo mi meta, ni sería feliz, porque no tendría la mentalidad adecuada para crear mi felicidad y estaría enfocado en los aspectos menos atractivos de esta etapa.

Imagen de Karen Castilla

Resumiendo para dejar claro lo que quiero transmitir, que siempre me voy por las ramas. La situación externa no es la que causa que seas feliz o no, el que haya una pandemia ahora mismo puede ser visto de dos formas:
1- Qué mal todo, la vida es una mierda.
2- Ahora tengo la oportunidad de mejorar como persona.

Tú decides cuál de las dos afirmaciones te vas a repetir día tras día, pero recuerda que la que repitas será la que domine tu vida de aquí en adelante, tal y como dice la parábola de los dos lobos:

El jefe de una tribu Cheerokee le habla a su nieto acerca de la vida.
Le dice:
– Una gran batalla está ocurriendo dentro de mí. Es una lucha terrible entre dos lobos. Uno de los lobos es el mal: él es el temor, la ira, el envidia, la codicia, la arrogancia, el resentimiento, la mentira, la soberbia, la culpa. El otro es el bien: él es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la generosidad, la verdad, la compasión, la dulzura y la fé.

Esta misma pelea ocurre dentro de ti y dentro de cada uno de nosotros.
El niño se queda pensando en lo que le había dicho su abuelo y pasado unos segundos le pregunta:
– ¿Qué lobo ganará?
El anciano mira a su nieto fijamente y contesta:
– El que alimentas.

Entonces, respondiendo a la pregunta que he hecho en el título de la entrada: Sí, 2020 ha sido muy buen año y lo seguirá siendo, porque tengo la oportunidad, día tras día, de mejorar como persona y porque estoy persiguiendo mi sueño y sé que cada paso que estoy dando, me acerca a él.

Muchas gracias por leer hasta aquí, espero que esta entrada te haya dado algo que pensar y ojalá sea algo positivo.

¡A ser libres!